¿A quién no le gusta The Ramones?, aquella mítica banda de punk de los setenta que en el álbum "Leave Home" de 1977 incluyó la conocida canción "Pinhead". "Te aceptamos, te aceptamos como uno de nosotros", eran las palabras que pronunciaba Joey Ramone como homenaje directo a una escena de la película que hoy nos convoca.
Freaks, dirigida por Tod Browning en 1932, es una de mis películas favoritas de la historia. Difícilmente la puedo situar en un lugar específico, pero es recurrente a la hora de pensar en las diez cintas que más me han marcado. Sus 64 minutos de duración son suficientes para conocer a los personajes y empatizar con la forma de vida que llevan en el circo. Porque claro, los "Freak Shows" fueron considerados como espectáculo por mucho tiempo. El morbo de ver a personas con distintas malformaciones o deformidades físicas se constituyó en un negocio rentable en ese ámbito. Ahora bien, esas formas de espectáculo han sido recurrente a través de los siglos, si no me creen, recuerden la utilidad del Coliseo Romano mucho antes de convertirse en una atracción turística. ¿Estoy justificando su existencia? Por supuesto que no, pero destaco, como algo curioso, el empeño en exhibir las desgracias ajenas a pesar del paso del tiempo.
Browning conocía acerca de esto último, ya que en su juventud trabajó en algunos circos de semejantes características. Nacido en Louisville, Estados Unidos, en 1880, logró hacer cine tanto en la era muda de las películas, como en la sonora. En freaks no escatimó en recurrir a gente con verdaderas malformaciones, por lo que su trabajo se vio fuertemente criticado, principalmente, por considerarse una cinta de mal gusto. Aquello repercutió en la taquilla y la censura, dejando este trabajo en el anonimato por algunas décadas.
La historia principal se centra en una "relación amorosa", donde la bella trapecista del circo se casa con un enano, para quitarle su fortuna. El drama es acrecentado por el musculoso amante de la trapecista, quien no pierde oportunidad para burlarse del enano, asimismo, Frieda sufre con agonía el abandono de su pequeño marido.
Antes de continuar, me gustaría destacar las interpretaciones tanto de Harry Earles, como de Daisy Earles, en especial la de ella. El luto que conlleva el hecho de ver a la persona amada siendo engañada por alguien manipulador es llevado a cabo de una manera extraordinaria. La persistencia en el sentimiento y el sufrimiento inherente es uno de los puntos fuertes de la historia. El amor de Frieda es sincero, tanto así que uno llega a preguntarse si en verdad su pareja lo merece.
Los demás personajes nutren lo ya señalado con un toque casi documental. Es notable la escena de Prince Randian prendiendo un cigarrillo, a pesar de no poseer brazos ni piernas o ver a Schlitzie, por momentos, casi ignorando que hay una cámara en frente. Aquí no hay efectos especiales ni maquillajes, sino una realidad que intentamos alejar, pero que es humana, cotidiana y mundana. Ellos, marginados de los parámetros de normalidad, logran agruparse alrededor de un núcleo que busca su propia protección. Ellos se cuidan, porque saben que nadie más lo hará. Un código es inscrito en sus conciencias a la hora de enfrentar el mundo, el cual queda en evidencia cuando se efectúa el casamiento entre la trapecista y el enano. He aquí que volvemos a la referencia hecha por The Ramones, no obstante, la recién casada explota con un fuerte aire de desprecio. A ella no le interesa pertenecer al grupo de "freaks", por lo que intentará envenenar al enano.
Tal parece que el círulo de proteción funciona, ya que el plan es detenido a tiempo y el engañado logra ver las verdaderas intenciones de la trapecista. Lo que queda es la venganza, una de las mejores venganzas que he visto. En medio de una feroz tormenta, los integrantes del circo vienen a reclamar el honor que les fue quitado, con armas en las manos o la boca se acercan al lugar donde descansan sus provocadores. La lluvia sigue cayendo y el barro es desplazado por el paso lento del depredador. Finalmente habrá un regreso al principio de la película, para mostrarnos aquel espectáculo nuevo que nos habían prometido al comienzo. ¡Oh Dios, qué final! Si bien la trapecista no aceptó la invitación a ser parte de la comunidad de los freks, posteriormente no tendría pretextos para negarse. Hay un epílogo, como un ejercicio de reflexión en torno a las acciones llevadas a cabo, una especie de recapacitación acerca de la idea de venganza. Como sea, ya no había vuelta atrás.
Sólo me queda decir que "Freaks" es una extraordinaria película que luego de muchas dificultades logró perdurar en el tiempo, al igual de como lo hará en mi memoria.
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