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Eddie the Eagle (2016). "Lo importante en la vida no es el triunfo, sino el esfuerzo".


No siempre una película basada en hechos reales me motiva a investigar sobre la verdadera historia detrás, sin embargo,  la necesidad de saber un poco más de Michael Edwards fue inevitable en esta ocasión. La cinta me conmovió, a la vez que me adentró en el mundo del salto de esquí, ya que confieso que sólo tenía una vaga idea acerca de aquel deporte. 

La trama se centra en el joven Michael Edwards y en su constante lucha por entrar a los Juegos Olímpicos, a pesar de todas las adversidades que surgen en el camino. 

Lo primero que cabe destacar es la caracterización de Taron Egerton (Kingsman, 2015), quien recubre a su personaje de inocencia y carisma. Su interpretación nos brinda a un sujeto bastante torpe, pero poseedor de una enorme perseverancia con la que se gana el cariño del espectador. La película gira en torno a él y Egerton la sostiene sin dificultades. Por otro lado, todo el elenco responde de buena manera. Hugh Jackman está sólido como el entrenador Bronson Peary, al igual que Jo Hartley y Keith Allen en sus roles de padres. Incluso Christopher Walken tiene un papel menor, que no deja de ser un aporte en los escasos momentos que aparece en pantalla. Hay un claro compromiso de los involucrados con la historia en cuestión y aquello se  evidencia en la totalidad de la cinta. 



El guión presenta innumerables clichés vistos con anterioridad en otras películas de superación deportiva. Quizás aquello resulte un punto negativo para mucha gente, no obstante, para mí no representó un mayor problema. La originalidad se sacrifica, es cierto, pero el conjunto no deja de funcionar. En parte, porque los personajes en cuestión son interesantes y poseen un desarrollo adecuado. Además, las emociones están presentes durante todo el metraje. Desde el intenso deseo del protagonista por cumplir sus sueños, hasta el vértigo que desprenden las escenas de salto. La historia nos invita a empatizar con ella, y a pesar de poder anticipar parte de su devenir, me parece que lo logra. 

Técnicamente la cinta no se queda atrás. Somos contagiados con el frío de los paisajes por medio de la fotografía. La ambientación consigue transportarnos a la década de los ochenta y la banda sonora acompaña de manera correcta lo acaecido en las distintas escenas. En especial, quisiera destacar la excelente recreación de los Juegos Olímpicos, lugar donde se desarrolla el clímax de la historia. Aquí, el trabajo de dirección de Dexter Fletcher denota una preocupación por todos los detalles que construyen el ambiente.  El drama predomina, pero la comedia encuentra su espacio en varios momentos, convirtiendo a la película en una experiencia amena. Simple, sí, pero honesta. 

Al final queda la sensación de haber visto un buen biopic; sensación similar que me dejó la "reciente" The Walk (2015) de Robert Zemeckis. ¿Por qué la menciono? Porque probablemente Eddie the Eagle tenga una repercusión discreta, al igual que la cinta de Zemeckis. Con esto no pretendo elevarla a una gran altura ni mucho menos, pero tampoco me interesa ocultar la gran sonrisa que adornó mi rostro al finalizar. Si me preguntan: ¿Vale la pena verla? Yo responderé: Absolutamente.




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